Ruido blanco

Escénicas / 2017 Bienalista: Franco Calluso

Primavera antártica. Un avión aterriza en el mar helado. Un expedicionista baja del avión para cumplir con una beca del Centro de Experimentación Musical. Llega al continente helado para registrar y componer su sonido. Una foca de mediana edad, subida a una piedra alta, le canta al sol cuando sale. Empezó el día y el sol no se va a esconder en mucho tiempo. La foca se llama B21, está siendo estudiada porque es un caso especial, canta todas las mañanas y las tardes porque cree que de esa manera mantiene ordenado aquello que podría confundirse como un sólo día. El becario se obsesiona con B21 y hace lo posible para articular su trabajo musical alrededor de ella. La obra se hilvana a través de las entradas de un diario de Beca. El expedicionista lleva registro en audios que graba para después preparar un informe. Por otro lado, se escucha el pensamiento de la foca que imagina la Antártida, la piensa y la crea, en su modo entrañable y errático. Lo que aparentemente es un viaje de trabajo se convierte en un viaje de iniciación. El expedicionista se vuelve Ulises, en la desolación del mar helado, encontrándose con el canto de su sirena-foca, animal indomable de la ciencia. La obra se encauza en un relato de viaje. Como todo relato de este tipo, al modo de la Bilgdunsroman, encontrará en el camino mismo, en la indeterminación de la nada blanca, la carne de la transformación: el aprendizaje. Del mismo modo que las sirenas constituyen un espejismo, un hechizo que tiene como finalidad apartar al marinero de su ruta; la foca y su canto, van a constituirse como la bruma en su viaje laboral. Al tratarse de música experimental, la bruma y la confusión, se vuelven materia viva.

Tutor: Rubén Szuchmacher.

 

 

 

 

 

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