Cuestionarse y hacer, en partes iguales - Entrevista a la ganadora de la residencia Casa Tomada, San Pablo.
31 octubre 2017-
Celeste Rojas, es una de las ganadoras de las becas en Artes Visuales otorgadas por Bienal este año por su obra Una sombra oscilante. La artista, mitad chilena y mitad argentina invita a los artistas a conectarse con la realidad y a no dejar de hacer nunca
-Contanos un poco sobre tu formación.
Estudié fotografía desde muy pequeña, y cuando más grande hice dos años de artes visuales y luego la carrera de Fotografía. En Uruguay me formé en dirección de fotografía en cine y de manera informal durante todos estos años realicé talleres y cursos con artistas y cineastas. Actualmente estoy terminando el programa de cine en la Torcuato Di Tella.
-Contanos lo que tengas ganas de la obra que presentaste en Bienal y por la cual ganaste la beca en Casa Tomada, San Pablo.
La obra surge de un interés por escarbar en un archivo personal: las fotos que produjo mi viejo durante su militancia en Chile y su exilio en Ecuador. Esos negativos siempre estuvieron conmigo de una forma u otra, pero yo no pude abarcarlos, recién hasta el año pasado. La aproximación a trabajar con el archivo fue muy intuitiva, muy atravesada por lo político y lo afectivo a la vez. La distancia de él y de Chile me servía para trabajar y para encontrar espacio tanto a mis preguntas como hija y parte de una historia, como también para las preguntas más formales, estéticas y conceptuales que quería establecer. Construí un trabajo que tiene muchas partes y algunas de ellas aún están en proceso. Lo que exhibí en la Bienal es una acotación de la experiencia de una muestra, donde trabajo sobre soportes y tecnologías obsoletas que él usaba en los 80 con fines militantes, y hoy pongo a circular y funcionar en otro registro. Se trata de dos proyectores de diapositivas sincronizados y un libro. En estos objetos y proyecciones la idea es referir tanto poética como políticamente a la cuestión de la memoria, la ausencia y la oscilación entre la patria y el exilio, como también entre un proyecto revolucionario y la dictadura.
-Cuál fue el criterio que empleaste para elegir presentar esa obra a la Convocatoria de Bienal.
Era la obra sobre la cual estuve más fuertemente trabajando todo el año pasado y, por el hecho de que atraviesa algo de mi biografía personal a la vez que lo político de la región del ConoSur, sentí que exhibirla durante el 2017, en Buenos Aires, era un deseo para mí: soy mitad argentina y mitad chilena, y lo soy también por los exilios de mis padres en relación a las dictaduras de estos países. Todo esto, siento, pretende interpelar también al presente que vivimos hoy en estos países.
-Qué esperás de la beca que ganaste.
Para mi las residencias han sido siempre un espacio para poder conectar con un momento de producción intensa y de relación con algún problema que me atraiga del lugar al que asisto. Abstraerte del sitio y de la práctica diaria en el lugar donde vives, y obligarte a salir de ella para producir obra, es sumamente atrayente para mi. Sao Paulo es una megalópolis muy potente, con profundas contradicciones. Siento que el someterme a pensar sobre ella, en algún punto, es un gran desafío, y sinceramente aún no sé qué va a surgir de todo eso. Según entiendo la residencia se realizará durante los meses en que también está la Bienal de Sao Paulo, y yo nunca pude ir, así que esa parte me atrae muchísimo también.
- Qué le dirías a los artistas que recién empiezan su recorrido en el mundo del arte?
Uf, qué dificil pregunta. Pienso que tenemos que cuestionarnos, desde el comienzo y todo el tiempo: por qué queremos crear, dónde y con quiénes, en qué contextos y con qué fines. Para mi, la cuestión de situarnos en el presente y sus problemáticas es una clave. Y luego, hacer, y partir desde algo pequeño, no esperar paralizados a la espera de un gran proyecto o una gran idea.
-Quiénes o qué sentís que te influencian o influenciaron en tu trabajo actual?
Suelo estar influenciada mucho por mis amigos y mi familia, que por lo general no pertenecen al universo del arte, propiamente tal. A veces todo mi interés por construir un nuevo cuerpo de obra se da por una charla y una anécdota en la que me entero de algo, y me dan unas ganas enormes, desde ahí, de investigar más. Para llenarme de ideas no suelo recurrir a teóricos u otros artistas; a veces eso viene después, cuando entro en un proceso de investigación más grande. Y contemplando esto último, me pasa por lo general que quiero rodearme, en ese proceso, de otrxs y otras disciplinas: hoy por hoy estoy trabajando en una obra en el desierto de Atacama, que surgió luego de una charla casual en un bondi, con mi hermano: él me contó algo justo después de que yo regresara de una residencia develadora para mi, en ese mismo desierto en el 2015. De ahí, invité a mi otro hermano —escritor— a que escribiera a partir de unas fotos que yo había tomado y de algunos conceptos sobre los que quería trabajar; luego de eso convoqué a un amigo historiador y a otro geólogo, y así; ellos me influencian y todo está también muy atravesado por los afectos. Creo que respondiendo a la última pregunta (sobre cuán influenciada de la realidad está mi obra), algunas preocupaciones que rodean a mis trabajos últimamente, son las consecuencias o las huellas de la historia reciente de nuestros países, cómo eso podemos verlo en el paisaje, en nuestras prácticas, en nuestra relación con la memoria, con las imágenes.
¡Gracias Celeste!
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