Crónica de una bienalista: Julieta Koop en el Seminario Avignon
01 octubre 2019Crónica de Julieta Koop, bienalista ganadora de una Beca para participar de un Seminario en el Festival de Avignon (Francia), entre 13 al 21 de julio de 2019,
La experiencia de la residencia fue sumamente intensa y enriquecedora. Compartir con un grupo de artistas escénicos de diferentes países todas las obras que vimos del Festival de Avignon, junto con los espacios de discusión, las salidas, las charlas; compartir, vivir esa experiencia, fue transformador para mí y de un gran aprendizaje.
El programa consistía en ver dos obras de teatro por día y tener discusiones grupales al respecto. Todo esto en la ciudad de Avignon, que se convierte en una especie de gran teatro al aire libre, transformando un montón de espacios en teatros. Quiero destacar este punto en primer lugar, la vida en este marco, recorriendo la ciudad de una actividad a otra, con un ritmo de trabajo súper intenso, fue de las cosas más especiales y particulares de la residencia. El trabajo en grupo, el aprendizaje colectivo dado por el hecho de compartir tantos espacios distintos que enriquecían el intercambio, desde las obras, las discusiones, y las charlas más informales en las cenas o en el bar del festival.
Quiero destacar también la profundidad de los debates. Con lxs compañerxs llegábamos a zonas muy interesantes en la discusión; reflexiones que superan ampliamente una primera lectura que podríamos hacer en soledad, sólo con las herramientas propias y basándonos en opiniones o experiencias personales. La reflexión conjunta y en el tiempo complejizaba los debates, dirigidos por Eva-María Bertschy, la coordinadora. Partíamos de un método que nos propuso Eva previo al viaje, para que nosotrxs como artistas analicemos las obras escapando a un juicio personal que cierra sentidos, a la mera interpretación como transposición en un código, y buscando en cambio, estimular un nuevo despertar de los sentidos para la observación. Es así como nos propuso tomar notas durante las obras para dar pie a las discusiones posteriores. De esta manera los debates superaban las opiniones estéticas de las obras para llegar a discutir contextos de creación y la importancia del arte en la construcción de relatos, dentro de distintas realidades sociales.
En este sentido, en las charlas con el grupo podíamos ver las diferencias de cada uno de acuerdo a su contexto de creación. Lo que más me llamaba la atención era la variable económica en los proyectos. Compañerxs de Suiza por ejemplo, comentaban que a la hora de crear un proyecto escénico lo primero que buscan es la financiación, que comprende además de dinero para costear todo lo necesario para la realización de la obra, un salario para lxs intérpretes. Este orden se invierte en la mayoría de los casos en Buenos Aires, en mis experiencias de teatro independiente y en las de la mayoría de mis colegas y conocidxs. Nosotrxs comenzamos por crear, y si luego conseguimos dinero para hacerlo, mejor aún, pero esto no determina la realización de la obra. Este punto da lugar a un gran debate. Sobretodo pone en cuestión el lugar del arte y la cultura para un país y una comunidad, junto con el estatuto del profesional del arte, que se modifica de acuerdo al país, porque el no cobrar dinero por nuestras creaciones no nos hace menos trabajadores del arte que los colegas suizos, por ejemplo. A lo que además podemos agregar, para pensar, si queremos crear en un contexto que no nos considera como trabajadores asalariados, o si aún en estas condiciones elegimos seguir desarrollándonos. Creo que es un tema sobre el que estamos reflexionando actualmente lxs artistas escénicos en Argentina, y es necesario que lo hagamos, teniendo en cuenta que la definición no escapa al contexto socioeconómico. La creación y sus condiciones no se escinden del contexto de producción, lo que implica directamente a las políticas socioeconómicas.
Por otro lado, en relación a mis investigaciones y mi búsqueda personal, durante el Seminario pude indagar en torno a: la metateatralidad como procedimiento que ya sería casi inherente a la escena contemporánea, y la necesidad entonces de replantear esta categoría; el teatro documental, como género predominante en las obras europeas que vimos, contra un teatro de ficción, o representativo que ubico más presente en experiencias de teatro en Buenos Aires, además de en mi propio tránsito y búsquedas; y los procesos de creación en las obras, las diferencias entre los procesos colectivos y aquellos con roles más establecidos.
En conclusión, puedo decir que considero fundamental la existencia de un espacio como este para el desarrollo de jóvenes artistas escénicos, por el intercambio que se genera y la interpelación para la búsqueda y la creación.