Crónica de un bienalista colombiano
18 agosto 2017-
Crónica Cristian Fabian Losada Rojas, bienalista internacional (Colombia) que vino a hacer la experiencia del Campus Bienal 2017.
Resulta complejo poder hace una crónica y más cuando fueron casi 12 días de actividad intensa.
Actualmente vivo en la región sur de Colombia, exactamente en la ciudad de Florencia (Caquetá) (región de la Amazonia), una zona exageradamente linda por su riqueza en fauna y flora, pero, también exageradamente alejada de las grandes capitales. Así que la gran aventura denominada Campus Bienal inicia con mi viaje Florencia - Bogotá, que tiene una duración de casi diez (10) horas en autobus, para luego subirme a un avión que estará en el aire por mas de 7 horas. Suena "maratonico", suena intenso... y es por eso que digo que la gran aventura Campus Bienal inicia desde mi traslado a la capital de Colombia.
La noche del 19 de Julio, estoy en la fría ciudad de Bogotá, e inician los mensajes de correo electrónico y los mensajes de WhatsApp: "Hola Fabian, Soy Ana. Ya todo esta listo para tu llegada a Bs As. Estará alguien esperando a la salida con tu nombre." y luego me envían por WhatsApp los datos exactos de la persona que estaría ahí: Nombre, Número de teléfono, Tipo de Carro, Color de Carro, y las Matriculas del Auto. Para mí esto era una buena señal... todo estaba fríamente calculado. Aunque dentro de mí pensé, confieso, pobre esta señora Ana pues ha de estar pegada del techo preocupada por la llegada de alguien que no conoce.
El viaje en el avión fue satisfactorio... el avión lleno, las comidas de los aviones nunca son, ni serán, de lo mejor. A excepción del licor, si que saben de whisky y vino- -jeje!
La madrugada del 20 de julio (3:15 am) llego a la ciudad de la Furia, la gran Buenos Aires, y la temperatura es bastante baja... el choque de temperatura es fuerte. A la salida de controles del aeropuerto me esperaba alguien que para sorpresa mía fue un paisano (un colombiano).
El paisano es súper amable y me hace una plática bastante agradable durante el traslado Ezeiza - CCR. Durante este traslado observo una ciudad que nunca duerme y que para ser hora de la madrugada pues había mucho movimiento en las calles. Esta era mi segunda vez en la ciudad. Y llegue con un listado de pendientes que pretendí hacer en los entretiempos de cada actividad programada. Fue bastante tranquila la llegada y arribo a la ciudad. Dato curioso de este momento... es que la persona de migración fue una chica muy guapa, y al ver mi pasaporte y revisar mis sellos... me dice: bienvenido viajero latinoamericano. Ante este gesto de amabilidad, le sonrío y le dije: feliz 20 de Julio (día festivo en mi país, Colombia).
Los primeros días, previos a las actividades del Campus, se pasan entre dar un par de vueltas de reconocimiento de la zona y corroborar que, de hecho, me encontraba en el centro de la ciudad rodeado de sitios con historia, calles con nombres que en algún momento había leído en textos y turistas por todos lados. Además de comer empanadas, alfajores, pizza y tomar una buena "birra".
La señora que estaba a la cabeza de la Casa Residencia, que es muy tierna y super atenta, me dice que han llegado otros residentes provenientes de México y una italiana proveniente de Francia... que sería "lindo" (palabra que usan mucho en Argentina) que me conociera con ellos e hiciéramos actividades juntos. Pienso que Sí, pero ha de ser demasiado complejo coincidir con horarios pues no había tenido contacto con ellos.
Conozco a los chicos, Julia y Adalberto, provenientes de México y Francia en una noche que Monina (persona que conocí en México en un mercado de artes organizado por el gobierno federal) nos ofrece boletos para ir a ver un espectáculo al Teatro San Martín. Esta noche nos conocemos, vemos un espectáculo, cenamos pizza, vino y unos "pancitos". Luego regresamos a la Casa Residencia para terminar aquella noche echando unos tragos de Ron y Whisky en el Hard Rock que estaba cerca del CCR.
Hasta el momento... todo tranquilo. Tenía una linda habitación, con una ventana que daba a una terraza y me permitía una vista hermosa en las mañanas y en atardecer. Tenía la Habitación Nro. 7.
El día 21 inician las actividades del Campus... todos los residentes internacionales habían llegado... y es hora de relacionarnos con todo el equipo de planeación y producción del Campus Bienal. Fue un momento interesante. Encuentro con algunas caras conocidas, reconocimiento de algunas personas de las cuales había recibido mensajes electrónicos. Escuchar experiencias de algunas personas en mi país... una linda noche.
Además que por un momento silencie mi boca... y me dedique a escuchar. Quería "chismosear" cuáles eran los temas puestas a la mesa. Cuentos de relaciones sentimentales, algunas sugerencias de personas que tenía que conocer, recomendaciones sobre personas que te hacen la carta astral, saber bajo que luna o que ascendiente está tu signo zodiacal... fue divertido y colorido escuchar los temas expuestos. Hasta ver la cara del chico que atendía la mesa y cómo se sacaba de onda cada vez que le pedían una cosa nueva.
La verdad es que cada día tenía su momento particular. Los residentes internacionales fuimos tratados como todas unas celebridades. Autos que te llevaban aquí y haya, siempre hubo botellas de vino en la cocina, la comida fue con un estilo muy gourmet... por momentos entre los residentes nos decíamos... ¿quién sabe que hicimos para merecer tanto reconocimiento? Esto es toda una genialidad.
Ana... fue una chica exageradamente amable y atenta con cada uno de nosotros. Siempre estuvo ahí, hasta para resolver algunas dudas obvias que yo tenía.
Las clases, o Workshops, inician con la de un profesor de Actuación -Federico León-. Recuerdo que yo viaje con ropa de entrenamiento y la usé para esta clase... tenía en mente que se harían ejercicios de improvisación o actuación donde se colocará el cuerpo en movimiento y la creatividad en marcha; pero no, se hicieron ejercicios más "íntimos". Además, creo que todos fuimos tímidos en esta clase. Aquí se jugó con objetos personales de los asistentes. Yo de repente me sentí como en un tipo de terapia grupal... todos hablaron de sus traumas de niñez y cosas así. En este taller pensé... porque no hacer una escena de improvisación en donde cada quien saque aquello que viene cargando desde hace mucho tiempo, un tipo de psicoanálisis en donde puede liberar cargas... y me imaginaba objetos potencializadores de acción dramática. Mi mente estalló de creatividad al observar y escuchar cada historia y relato de los compañeros.
Tuvimos una clase que fue LA CLASE del Campus...y fue el conservatorio con Adrian Cangi...
La clase con este señor fue todo un deleite teórico - práctico. Desde que tuve la oportunidad de tomar un taller con Dubatti (en México) a inicios de este año.... no sentía tanto encanto por una clase y tanto sentido de verdad en el pensamiento de alguien. Para resumir, desde mi opinión, la clase con Cangi fue una bofetada con guante blanco para quienes se denominan "artistas". Fue el pensar y problematizar el rol del artista en la sociedad y como se está dando respuesta a todo lo que sucede a nuestro alrededor.
Desde mi percepción, el taller con Osaías Yanov... al inicio me pareció algo confuso pues inicio con una lectura que aunque muy poética, yo nunca supe por donde entrar a la onda. Luego nos coloca a hacer un ejercicio en donde reino la cara de desconcierto y duda entre todos los asistentes. Como dirían en mi país: esta vaina no parecer tener ni pies ni cabeza. Aunque con el pasar de los minutos la cuestión fue "aclarándose" y poco a poco todos fuimos captando el sentido de las indicaciones. Al final fue muy interesante la actividad de generar un nuevo código de movimiento y como este es leído por nuestro entorno. Para mi resultó un ejercicio anecdótico en donde una acción cotidiana el momento de ser decodificada pasar a ser extra-cotidiana. Además, que disfruté poner en movimiento el cuerpo. Fue una clase de creatividad en movimiento.
Las actividades sorpresas fueron cheveres... recuerdo la visita a la casa de Edgardo Giménez. Madre mía... cuando crezca quiero tener una casa como la de este señor. Es una casa de ensueño, una mezcla entre realidad y ficción surrealista. Quisiera poder entrar en detalles, pero las palabras no me alcanzarían para describir lo visto y lo vivido en esta casa. También, recuerdo la actividad sorpresa donde estaban dos chicas que habían fotografiado por mucho tiempo a Charly García. Fue interesante conocer que hay detrás de cada imagen. Además que me gusta la música del García.
Y bueno... como no nombrar a cada uno de los "INTERNACHOS" (como decidimos llamarnos). Cada uno de los chicos que estuvimos compartiendo la Casa Residencia. Fuimos la Gran Familia Punalua, fuimos cual Torre de Babel ... cada quien era de un contexto diferente pero en esencia muy similares. Lindas historias. En un lapso de 10 días desarrollé un cariño grande por cada uno de los chicxs. Cada quien me tiene algo característico y particular.
Fue una gran aventura de: talleres, museos, pizza, empanadas, café.é, mate, media lunas, carne, "birra"... y excelentes personas que espero en algún momento volver a coincidir.
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